Cuando un ejercicio sale mal

A todos nos ha pasado alguna vez que has planificado un ejercicio sobre el papel y te lo has imaginado de una manera pero que en la pista salió de otra. He de reconocer que cuando era más pequeño me solía ofuscar mucho y cambiaba rápidamente de ejercicio sin antes maldecir a todos los dioses conocidos para mis adentros. Mis jugadores sabían de mi problema y lo intentaban solucionar con menor o mayor acierto. Ya reconocí que también fui un deformador.

Al menos reconocía mi error. Muchas veces esta autocrítica no la hacemos y llegamos a culpar a nuestros jugadores de que el ejercicio no salga bien. Antes de exigir más a tus jugadores en este apartado, certifícate que tu explicación fue la correcta y que los datos que diste fueron los adecuados.

Volviendo a citar en este blog a mi presencia en las concentraciones sevillanas, en este caso con la categoría benjamín, nos sucedió algo parecido a los entrenadores. Con tantas jugadoras, era súper complicado hacer ejercicios dinámicos y que todas lograran comprender lo que queríamos transmitir. Tras montar el ejercicios, nos dimos cuenta que no estaba saliendo bien. Habemus problema.

¿Qué hacemos? ¿Paramos el ejercicio y montamos otro? Nuestra elección fue distinta. Paramos el ejercicio brevemente y lo volvimos a explicar concienzudamente. Indicamos los errores que estaban cometiendo y lo que estaban haciendo bien. Indicamos nuevamente cual era el objetivo fundamental del ejercicio. Y ya después sí salió bien. Tras llamarlas de nuevo al final del ejercicio, le explicamos el mérito que tenía que ellas hubiesen resuelto el problema y nos dimos un aplauso como recompensa.

Eran benjamines y pensamos que este método era el más adecuado. Con mis categorías superiores, sí tengo seguridad que mi explicación fue la correcta, suelo dejar un tiempo para ver si ellos mismos pueden resolver el problema sin tener que parar el ejercicio. ’Dejen pensar a sus jugadores’. Aquí pueden pasar dos cosas: o se cabrean hasta límites impensados o hacen piña entre ellos para intentar salir del embrollo. En estos momentos, si permanecéis alejados pero con el ojo bien atento, os daréis cuenta que es el momento de los líderes.

Ante las adversidades, cada equipo tiene una o dos figuras diferentes del entrenador que se hacen responsable del devenir del equipo. Se toman como propio el peso de todo el equipo y tiran para adelante con todos sus compañeros haciendo un esfuerzo que muchas veces los entrenadores ni llegamos a reconocer. Craso error. Si detectamos todo esto, lo podemos emplear muchísimas veces en el futuro a nuestro favor.

Si por desgracia, tenemos que cambiar el ejercicio, no olvidarse de apuntarlo y señalarlo fuertemente en vuestra libreta para analizar porque salió mal una vez terminado el entrenamiento. Cojamos ese error y que nos sirva como aprendizaje. Recomiendo cuidado al parar un ejercicio porque los jugadores tendrán en la cabeza dos cosas: o es culpa suya o es culpa del entrenador. En ambos casos, la confianza decrecerá.

Os agradecería que compartieseis el escrito en vuestras redes sociales (el botón de facebook y twitter están debajo del título) para darle mayor difusión y tener dentro del blog un ambiente de baloncesto adecuado para poder compartir ideas.