lunes, 23 de octubre de 2017

Acércate a tus jugadores con el entrenamiento invisible


Hablando con unos amigos entrenadores, comentamos la cantidad de artículos técnicos que podemos encontrarnos en cualquier rincón de internet. La mayoría de ellos muy teóricos, complicados de enlazar con facilidad en nuestro día a día. Es por ello que en este post quiero contar de nuevo mis mis vivencias como entrenador de baloncesto. Más concretamente voy a intentar narraros diferentes situaciones en las que el entrenamiento invisible me ha servido para poder llegar a los jugadores.

¿Conocéis el juego para móviles llamado Clash Royale? Ya os escribí en otro post acerca de ello. Teníamos en el equipo un jugador de menor edad, inquieto, pero algo tímido. Me costaba poder tener conversaciones de más de cinco segundos con él. Necesitaba conocerle más. En un final de entrenamiento me enteré que estaban hablando de ese juego. Esa misma noche, me lo descargué y empecé a jugar. Al entrenamiento siguiente, fuí a pedirle consejos al chico y él muy ilusionado me dijo un montón de cosas. Al día siguiente le volví a preguntar por el juego, pero también por otra cosa de más. Y así poco a poco, conseguí que tuviese confianza conmigo para mantener conversaciones de más de cinco segundos. Ya sé que es una chorrada y que habrá mil maneras diferentes de poder entablar conversaciones, pero realmente a mí me sirvió de mucho para conocer la situación particular de este chico. Por cierto, a día de hoy sigo jugando al juego e incluso me hecho partidas online con el pequeñajo.


Hace unos años, en un clinic en San Juan, un psicólogo deportivo comentaba el tema de la empatía. Muchos afirmaban que la edad era algo importante para poder empatizar con jugadores más pequeños. Que un entrenador de ‘veintipocos’ años va a poder empatizar mucho mejor que un entrenador que pase la cuarentena. Yo no creo en ello, pienso que es más importante el interés que demuestres en sus cosas, independientemente de la edad que tengas.


Todos los años, en las reuniones iniciales con los padres, dedico un tiempo a este apartado. “Me gustaría como entrenador que seré de vuestros hijos o vuestras hijas, que mostrarais el mayor interés dentro de lo posible por el baloncesto. Estoy seguro que ya lo hacéis. Pero sería ideal cuando terminase el entrenamiento preguntarle, ¿Qué tal ha ido?, o cuando termine un partido decirle, -¿Te ha ido bien?¿Disfrutaste?- Que vuestro hijo sepa que os interesáis mucho por sus cosas. Seguro que os contará mil y una historias”. Yo como entrenador intento estar al día en todas las cosas que pueda de ellos. “¿Qué tal te fue el examen?”, “¿Os lo pasasteis bien en la excursión?”. Hay unos límites que no podemos sobrepasar para no entrar en un terreno donde se pueda sentir incómodo. Simplemente mostrarle que te interesas por sus cosas.

Hace unos días, viendo fotos antiguas, me encontré con estas dos imágenes de diferentes años en el teatro escolar. Recuerdo esas semanas en que las niñas apuraban sus entrenamientos para irse rápido. Todos los días hablaban de los ensayos, de cómo les iba, de sus trajes… Pues el día de las funciones allí que nos presentamos a verlas. La vergüenza que les dio cuando miraban al público y nos vieron a los entrenadores allí. Todas nos agradecieron mucho que fuésemos a verlas. Valorar todas las facetas que tienen ellos a parte del baloncesto.

¿No os ocurre que tal jugador está teniendo un entrenamiento malísimo, piensas que está pasando del tema y lo quieres solucionar por la vía rápida? Yo en esto me equivoqué una vez. Como he dicho todo positivo, quiero también contar una experiencia negativa. En un entrenamiento, recuerdo que recriminé muy duramente a una jugadora por su falta de intensidad y por no estar del todo concentrada. Salió de la pista llorando. Al instante me vino una compañera y me comentó que la chica había hecho un esfuerzo tremendo en venir al entrenamiento, que su abuelo había fallecido. Ella quiso venir al baloncesto para despejarse un poco. Y se encontró con un entrenador gruñón. Quizás todo hubiese sido más fácil preguntando un simple “¿Te pasa algo? Puedes contarme”

El entrenamiento invisible es muy importante. Está demostrado que recuerdas antes las cosas que te llegan a emocionar. Empecemos por escuchar a nuestros jugadores y por interesarnos por sus cosas. Que sepan que estamos ahí, asequibles, para cuando ellos lo necesiten. Que nos vean como una figura positiva, ejemplar, que aparte de enseñar baloncesto también les puede ayudar en otras muchas más facetas.


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